lunes, 28 de febrero de 2011

Etapa 2: Obras Materiales e Inmateriales del Estado de Tamaulipas

Equipo 1


Datos generales
Fue inaugurado el 13 de febrero de 2004 con un diseño de los arquitectos Francisco y Rodrigo Marván y el concepto museográfico de la maestra Ofelia Martínez. Promueve la educación, la investigación y la convivencia social a través de la historia de la naturaleza. Cuenta con cinco salas permanentes dedicadas al universo, la vida, la evolución y la paleontología, la biodiversidad tamaulipeca y el hombre y la naturaleza, complementadas con objetos, gráficas, audio, video, teatro virtual, espacios interactivos manuales y por computadora y áreas lúdicas para niños. Cuenta, asimismo, con auditorio, sala de prensa, biblioteca, restaurante y cafetería, áreas para exposiciones temporales, cursos y talleres y un centro de investigaciones sobre los recursos naturales. Ofrece servicio de visitas guiadas.

Sala Uno
El Universo
En esta primera sección es recreado el origen del Universo, explicando los aspectos fundamentales de su estructura y funcionamiento, describiendo asimismo a las galaxias, las estrellas, el sistema planetario solar y otros cuerpos como asteroides, cometas y meteoros. Finalmente se reseñan los esfuerzos del hombre por conocer el cosmos.

Sala Dos
LA VIDA
En este espacio se explica cómo, a través de complicados procesos de evolución química y biológica, aparecieron las primeras formas de vida a partir de una atmósfera primitiva. Asimismo, se recrea como la vida alcanzó los niveles de complejidad y diversidad actuales. (58 palabras)
Sala Tres
EVOLUCIÓN Y PALEONTOLOGÍA
La Tierra ha sufrido cambios progresivos a lo largo del tiempo geológico; en esta sala podrás descubrir cómo han ocurrido estos eventos y que influencia han tenido sobre la biodiversidad de cada una de sus eras. Conocerás también aspectos importantes de la geología de Tamaulipas.
Sala Cuatro
BIODIVERSIDAD TAMAULIPECA
Esta sala es dedicada a presentar la gran riqueza biológica con que cuentan las provincias bióticas de Tamaulipas, tomando en cuenta que en su superficie se encuentran representados todos los sistemas ecológicos reconocidos para el país, desde los matorrales semidesérticos hasta el fascinante Bosque Mesófilo de Montaña.

Sala Cinco
EL HOMBRE Y LA NATURALEZA
Es presentada aquí una descripción de la histórica relación del hombre con los recursos naturales y como dichas relaciones han alterado significativamente muchos de los ecosistemas. Son descritas algunas de las estrategias para la conservación de los ecosistemas a través del análisis de las tendencias del uso y aprovechamiento de las especies.







miércoles, 23 de febrero de 2011

Etapa 2: Obras Materiales e Inmateriales del Estado de Tamaulipas

Equipo 2


El Cielo

La reserva de la biósfera llamada El Cielo es una reserva de la biosfera con 144 530 hectáreas de extensión, reconocida por Naciones Unidas desde 1987, ubicada en el estado de Tamaulipas es el área protegida más importante y de mayor extensión del noreste de México.

En el año 1985 el gobierno de Tamaulipas la decretó como área protegida. También forma parte de la red El Hombre y La Biosfera (MAB-Unesco) y del SINAP de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas de México.

Geografía


En un área de 144 530 hectáreas se encuentra la mayor biodiversidad de esa región. Ahí se pueden encontrar 21 especies de anfibios, 60 de reptiles, 40 de murciélagos, 255 aves residentes y 175 aves migratorias. 1

El cielo se ubica al suroeste del estado de Tamaulipas en los municipios de Gómez Farías, Ocampo, Jaumave y Llera en los ramales conocidos como Sierra de Cucharas y Sierra Chiquita de la Sierra Madre Oriental. Se encuentra en las coordenadas 22 55 -23 25 latitud norte 99 05 -99 26 longitud oeste a una altitud entre los 300 y 2 400 msnm 2

Hidrografía

A pesar de todos los beneficios que da la biodiversidad encontrada en El Cielo, el servicio ambiental más importante que presta esta área es la generación del agua dulce que alimenta a la la región Huasteca, la cual es la más próspera del estado de Tamaulipas.

El Cielo surte eficientemente los sistemas acuíferos más importantes de la zona, como la cuenca del río Tamesí, en la zona de Tampico-Madero. Al igual que importantes zonas acuíferas del noreste y del río Guayalejo. Sus aguas llegan al Nacimiento en Mante y al poblado el encino, pasan por el río Sabinas que desemboca al río Guayalejo. Éste, el Sabinas, nace de la parte norte de la reservas saliendo en el ejido la flor poco antes de llegar a Gómez Farías alrededor del poblado El Encino.

Clima

La orografía, la altitud y la cercanía del Golfo de México conjugan las condiciones propias para hacer una barrera natural para los vientos húmedos provenientes del este y sureste logrando que la humedad tanto en forma de lluvia como de niebla se acumule en El Cielo. La humedad relativa durante todo el año es muy elevada (más de 90%).

Existen al menos tres tipos de climas:
  • Entre los 300 y 800 m de altura es predominante un clima cálido subhúmedo con intervalo seco medio (5-6 meses). La temperatura media de los meses más fríos es mayor de 18 C y la precipitación al año entre 1,500 y 2,000 mm.
  • En el área donde se localiza la parte más abundante del bosque mesófilo, entre los 700 y los 1 400 m de altitud, predomina un clima semicálido húmedo con un intervalo seco corto (3-4 meses) y temperatura promedio de los meses más fríos entre 15 y 18 °C. La precipitación al año está alrededor de 2,000 mm o más.
  • Entre los 1 400 y los 2 400 m de altura prevalece un clima templado subhúmedo, con un intervalo seco medio (5-6 meses), temperatura promedio de los meses más fríos entre 11 y 15 °C y precipitación al año de alrededor de 1 000 y 1 500 mm.

Biodiversidad de flora y fauna

De las especies bióticas marcadas como raras o en peligro de extinción en el Libro Rojo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, una cantidad importante habitan en forma natural en El Cielo. En esta pequeña extensión con relieves y coincidencias de climas diversos existe una gran cantidad de plantas y animales endémicos.

Flora

La importancia de la Biosfera "El Cielo" radica principalmente en la existencia y conservación de la diversidad biológica; así como en los tipos de vegetación que existen en esta área. Cuenta con 4 ecosistemas que no han sido alterados por el hombre, representando especies de flora y fauna únicas en el mundo. En este lugar se puede encontrar:
  • Bosque tropical subcaducifolio, ubicado en la parte más baja.
  • Bosque mesófilo de montaña o también conocido como bosque de nubes o de niebla, es el tipo de vegetación que ocupa el objetivo principal de protección por su riqueza de especies y reducida extensión a nivel nacional (1 %) y mundial; se encuentra en el parte media.
  • Bosque de pino y encino, ubicado en las partes elevadas.
  • Matorral xerófilo en laderas de sotavento.
  • Vegetación acuática.

Cuenta con 743 especies de árboles y arbustos, de las cuales 9 son consideradas como endémicas y 38 son amenazadas o en peligro de extinción. En esta área natural, se encuentra el 50% de las especies endémicas de vertebrados que existen en Tamaulipas. También se presentan 5 especies que están catalogadas como amenazadas, 2 vulnerables, 2 en peligro de extinción, 2 raras y 4 especies con distribución restringida.

Las especies de algas o ficoflora están conformadas en 28 especies diferentes distribuidas principalmente en las zonas donde hay manatiales, corrientes superficiales o subterráneas.

Fauna

Animales vertebrados e invertebrados habitan esta área protegida, algunos en abundancia otros en cantidades menores, como el oso negro (Ursus americanus eremicus). En El Cielo están representados todos los felinos del país, como el jaguar (Felis onca veracrusis), el ocelote (Felis pardalis albenscens) y el puma (Felis concolor stanleyana). Otros animales interesantes son el ajol (Penelope purpurascens), el hocofaisán ó faisán (Crax rubra rubra), el temazate ó venado cabrito (Mazama americana temama) y el tinamú canelo ó boncha (Cryptopturellus cinnamommeus) y la martucha (Potos flavus).

La mariposa monarca (Danaus plexippus) acostumbra descansar en El Cielo en su largo viaje hacia el centro de México.

El coyote (Canis latrans) y la zorra gris (Urocyon cinereoargenteus) están presentes pero no abundan. Algunos otros mamíferos de menor talla como el mapache (Procyon lotor), el tlacuache (Didelphis virginiana), el coatí (Nasua nasua), el cacomixtle (Bassariscus sumichrasti), la comadreja (Mustela frenata), el cabeza de viejo (Eira barbara) y tres especies de zorrillos (Mephitis macroura, Spilogale putorius y Conepatus leuconotus).

Entre las aves que se localizan en El Cielo existen 30 especies de aves migratorias, especies importantes como la guacamaya verde (Ara militaris)(P), y el águila elegante (Spizaetus ornatus), la cojolita (Penelope purpurascens), y varias especies endémicas de México que no hay en otras áreas naturales protegidas incluyendo al pico grueso cuellirufo (Rhodothraupis celaeno). Otras especies de aves se encuentran frecuentemente entre ellas: El tinamú canelo (Crypturellus cinamomeus), la codorniz silbadora (Dactylortyx thoracicus), el trogon colicobrizo (Trogon elegans), el momoto mayor (Momotus momota), el zorzalito coroninegra (Catharus mexicanus) y una subespecie endémica de esa zona del tecolotito (Glaucidium minutissimum).

Institutos que estudian y protegen la zona:
  • Universidad Autónoma de Tamaulipas
  • Instituto de Ecología, A.C.
  • University of Missouri
  • Missouri Department of Conservation
  • Universidad Autónoma Metropolitana
  • Instituto Tecnológico de Ciudad Victoria
  • Instituto de Biología, UNAM
  • Universidad Autónoma de Chapingo
  • Universidad Autónoma de Nuevo León
  • Southmost College de Brownsville, Texas
  • Panamerican University de Texas
  • Desert Botanical Garden de Tucson, Arizona.







Etapa 2: Obras Materiales e Inmateriales del Estado de Tamaulipas

Equipo 3


EX ASILO VICENTINO
“MUSEO REGIONAL DE HISTORIA DE TAMAULIPAS”

El Ex Asilo Vicentino de Ciudad Victoria fue sede de instituciones religiosas, educativas, militares y culturales, y actualmente, gracias a la suma de esfuerzos de la sociedad civil y los tres niveles de gobierno, es desde el 12 de febrero de 2003 el Museo Regional de Historia de Tamaulipas.

El edificio, construido en el último cuarto del siglo XIX, fue convento y asilo hasta 1926, cuando las autoridades lo confiscaron durante las persecuciones religiosas posteriores a la Revolución Mexicana, para convertirlo en la Escuela Primaria Enrique Rébsamen, que tuvo esta función entre 1927 y 1929. Posteriormente, el inmueble pasó a ser propiedad de la Secretaria de la Defensa Nacional y se convirtió en cuartel militar del 29º Regimiento de Caballería, que arribó a Ciudad Victoria en 1938.

En 1984, debido al deterioro del inmueble y a la intervención de las autoridades gubernamentales, a iniciativa de un grupo de la sociedad civil, el cuartel cambió de sitio. En agosto de 1990, la propiedad –que también fue sede, en los años recientes, del Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes (ITCA)– se entregó al ayuntamiento de Ciudad Victoria, que a su vez lo cedió a la asociación civil Amigos Victorenses del Museo, para iniciar la reconstrucción del actual recinto.

La rehabilitación necesaria para albergar al Museo Regional de Historia de Tamaulipas contó con el apoyo del Programa de Apoyo a la Infraestructura Cultural de los Estados (PAICE) del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta). Carlos Velázquez Moreno, director del proyecto museográfico del recinto, señala que no se realizó una restauración total del inmueble, sino un proyecto de construcción de tres espacios integradores para las salas nuevas y el edificio anexo, siguiendo las normativas del INAH, ya que la edificación forma parte del patrimonio del estado.

“Principalmente se trató de la rehabilitación de ventanas, pintura de muros, y del proyecto museográfico y montaje del mismo. Fue un proceso realizado paralelamente con el guión científico: un trabajo récord de tres meses y medio, porque la entrega de instalaciones estuvo programada para diciembre del año pasado”, asevera Carlos Velázquez.

Distintas épocas y visiones en un solo espacio

Octavio Herrera, rector del Colegio de Tamaulipas y autor del guión científico del museo, explica que su labor consistió en brindar el concepto histórico de la visión de cada uno de los temas comprendidos en la exhibición. “Trabajé en el guión durante más de dos años, para reunir la perspectiva de conjunto de la historia del estado”.

El gobierno estatal creó hace 40 años el Museo de Antropología, Arqueología e Historia de Tamaulipas, que donó a la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) en 1972. “Desde esa fecha, hasta nuestros días, se han generado muchos conocimientos en los campos históricos, antropológicos y arqueológicos. Por ello se aprovechó el Ex Asilo Vicentino, una edificación del patrimonio arquitectónico de México y de Tamaulipas y en sí misma una pieza del museo, y se adecuó integrando una arquitectura contemporánea a la antigua estructura del inmueble. Sobre esa base se trazó el diseño museográfico”.

El museo universitario, afirma Octavio Herrera, se integrará al nuevo recinto. “El Museo Regional de Historia de Tamaulipas aborda la historia del Estado, desde sus orígenes remotos hasta el Tamaulipas contemporáneo, con su diversidad regional, la pujanza económica, los múltiples mosaicos sociales y culturales del Estado, su papel estratégico en el noreste y su relación con el resto de México, su posición de frontera y la privilegiada localización frente a la cuenca del Golfo de México y el Océano Atlántico.

“Se hizo una síntesis didáctica, accesible, fluida y comprensible, y al mismo tiempo se echó mano de la modernidad museográfica. La sociedad tamaulipeca de todos los tiempos es la protagonista de todas las salas. No es un museo broncificado, donde se vean batallas, héroes o hechos solemnes. Ese enfoque ya está superado. La construcción del espacio se dio a través de los múltiples procesos sociales, económicos y políticos. Este recinto será un museo vivo que incrementará sus colecciones, pues tiene el espacio y la versatilidad para ir adecuando sus exhibiciones”.

Creación de una serie de museos

La historia del actual Museo Regional de Historia de Tamaulipas tiene más de 20 años, asegura José Carlos Mora, director del recinto. “Se desarrolló a partir de la sociedad civil: la gente de Ciudad Victoria y del estado buscó un espacio donde tuviera la posibilidad de recrear su pasado. Hace aproximadamente 15 años, se inició un proceso de recuperación del inmueble, después de que fue cuartel del Ejército”

La primera etapa resultó difícil, porque los museos tienen costos muy altos. Es por eso que el inmueble, al recuperarlo, fue en un principio sede del ITCA. No obstante, las inquietudes de la sociedad para que este sitio se convirtiera en museo continuaron. Por esta razón, la administración estatal planteó, conjuntamente con el Conaculta, la creación de una serie de museos, entre los que se encuentran el de Agrarismo y el de Arte Contemporáneo de Tamaulipas, ambos ubicados en Matamoros.

“El Museo Regional de Historia de Tamaulipas es uno más de los espacios que la sociedad ha reclamado por años. Es algo que se está materializando, pero es producto del esfuerzo de muchos años, de gente de la sociedad civil y de los tres niveles de gobierno. Un lote muy importante de piezas históricas de la entidad se encuentra actualmente en la sede del edificio de Rectoría de la UAT, en el Teatro Juárez de la ciudad. Por cuestiones de espacio, el museo no creció ni se desarrolló, por lo que se deben rescatar estas piezas para el nuevo museo. Teniendo todo el apoyo de la UAT”.

SALAS DEL MUSEO

Las 12 salas que integran el Museo Regional de Historia de Tamaulipas son:

-Espacio geográfico y orígenes de las culturas indígenas.

-Horizontes prehispánicos.

-La cultura huasteca.

-Encuentro y confrontación de dos mundos.

-La impronta del Nuevo Santander.

-El Nuevo Santander y el noreste novohispano.

-Sedes de la capitalidad colonial.

-De la Villa de Aguayo a Ciudad Victoria.

-Transformaciones de la vida independiente.

-Conformación de la frontera y la era progresista del antiguo régimen.

-Las bases estructurales del siglo XX.

-Tamaulipas contemporáneo.

- El recinto cuenta también con una sala introductoria y con un espacio para muestras temporales, además de biblioteca, tienda, auditorio y oficina de servicios educativos.





Etapa 2: Obras Materiales e Inmateriales del Estado de Tamaulipas

Equipo 5


Tradiciones y Costumbres de Tamaulipas

Gastronomía

La abundancia de productos agropecuarios y del mar representa la fuente de la alimentación de los tamaulipecos desde tiempos ancestrales. Nuestra geografía es rica en expresiones culinarias: gorditas de horno y bocoles de El Mante, cabrito enchilado, discada, jaibas rellenas, huatape de camarón, atole de maíz de teja de Camargo, carne asada a la tampiqueña, gorditas huastecas, enchiladas tamaulipecas, atole de miel de maguey, vino mezcal de tuna, garrocha de lechuguilla, cabrito de gala, tortas estilo La Barda, chochas y jacubos, enchiladas de Tula, gorditas de don Pedro en Jaumave, gorditas Doña Tota en Victoria, ponteduro elaborado con maíz y piloncillo, chichimbré o el tradicional turrón elaborado en Tula, calabaza en tacha de miel de piloncillo y otros dulces regionales de Llera, langostinos en caldo o a la mantequilla en la Boca Toma de Gómez Farías, la machaca de El Encinal –con huevo o en caldillo–, y las asaderas de Jiménez y San Carlos –auténticos almuerzos norteños–, acompañados con jugo de naranja de las huertas de Barretal en Padilla, son apenas una muestra del buen comer en el noreste mexicano. La cocina de Tamaulipas se ingenia bien para presentar en la mesa, muchas veces en un solo platillo, los aromas del mar y del trópico, combinados el acuyo, el aguacate, el perejil y el cilantro con el camarón. El arte de cocinar, es sin duda, una de las cualidades de los tamaulipecos.

Tamaulipas, saberes y sabores. Ramos Aguirre, Francisco. Comisión Organizadora para la Conmemoración en Tamaulipas del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución Mexicana, Gobierno del Estado de Tamaulipas. Ciudad Victoria, Tamaulipas, 2010, p. 9-14.

Viejos sabores de Tamaulipas. Ramos Aguirre, Francisco. CONACULTA, México, 2004, p. 21-39.

Música, Danza, Baile y Vestimenta

Franja fronteriza

Los bailes del norte de Tamaulipas (polka, redova y chotís), aunque derivados de una serie de estilos de origen polaco, escocés y checoslovaco, han sido asimilados por el pueblo que los adoptó como propios y les ha dado mayor movimiento y alegría, vibrando en ellos la personalidad y el carácter bravío y viril que se ve reflejado en el zapateado ágil y fuerte de los bailadores, así como en la gracia y coquetería de sus mujeres. Su música se ejecuta con el acordeón, bajo sexto, saxofón y contrabajo, los cuales hacen que resulte inconfundible. La vestimenta del folklore norteño femenino es confeccionada en tela de algodón a cuadros o floreada; blusa y falda incluyen ornato a base de encajes, olanes y pasalistones; y en la cabeza una larga trenza con listones o una mascada en el color del vestido. En el caso de los varones se estila el pantalón vaquero en color oscuro (tergal o mezclilla), camisa vaquera, paliacate o mascada, botín y sombrero norteño de fieltro de color oscuro.1

Sierra de San Carlos y Llanos de San Fernando

La música y baile típico de esta región se conoce como “picota” y tiene su origen en la Villa de San Carlos, enclavada en las serranías que sirvieron de refugio a los grupos indígenas que huían de los colonizadores. La palabra picota significa “palo alto” o “columna”, donde se exponía a la vergüenza pública a los reos al compás marcial del tambor y clarinete. Al paso del tiempo el pueblo adopta esta música, acoplándola a los ritmos alegres y movidos característicos de nuestro estado. Los instrumentos que se utilizan para la ejecución de este género son el clarinete y la tambora, mismos que bastan para despertar el gusto de los bailadores.1

La danza que la acompaña tiene reminiscencias mestizas. En la región, para anunciar la fiesta, los músicos suben desde temprano a tocar al cerro y el sonido penetrante e intenso anuncia a los habitantes que la fiesta va a principar. Todos se sienten invitados. 2

En el caso de la vestimenta de esta zona, se confecciona desde su inicio en tela de manta. La mujer lleva cuello “v” y manga corta, con el largo de la falda hasta el tobillo; una banda en la cintura que termina con un moño en la parte e atrás y aplicaciones sobre el vestido que suelen ser de listones de color con grecas; asimismo, se estila una larga trenza y flores blancas de Nacahua. Por su parte, el hombre lleva unos cordones en la parte del cuello de la camisa y porta una banda en la cintura del color del vestido de la mujer. Ambos pueden usar huaraches o bailar descalzos.1

Huasteca

En la Huasteca tamaulipeca, como en el resto de las Huastecas –Puebla, Veracruz, San Luis Potosí, Querétaro e Hidalgo-, existe una música singular y representativa: el huapango, una variedad del son. Es música para bailar, contar anécdotas, pedir aguinaldos en Navidad, burlarse con humor y lanzar pullas a los enemigos. Es música para bailar sobre una tarima de madera.2

Dentro del amplio contenido en huapangos con que cuenta nuestra región Huasteca existen sones característicos para trovar en los que destaca la languidez del violín, y el acompasado ritmo de la jarana y guitarra quinta, que integrándose a la entonada voz del trovador, despierta la sensibilidad de quien lo escucha. Por su parte, los trovadores huastecos nos subliman con la belleza de sus trovos y el léxico característico de la región, haciendo gala, en la versificación de cada una de sus décimas, de una maravillosa e inigualable capacidad poética innata. En esta región varían las telas utilizadas para la confección del traje regional: el traje tipo campero es de tela de algodón por ser el utilizado para la zona de la costa; el traje ranchero es una combinación de tela de algodón cómoda para el trabajo pero también lleva una chamarra de cuero, para soportar las inclemencias del tiempo; por último, el traje de gala es confeccionado en cuero y se utiliza para asistir a eventos sociales.1

1 La música, el baile y la danza folklórica en Tamaulipas. Rocha Juárez, Martha Martina. Conaculta-PACMYC-ITCA, s/f, p. 18-44.

2 Tamaulipas. El perfil de un nuevo siglo. Pariente Fragoso, José Luis y Navarro Leal, Marco Aurelio, coordinadores. Universidad Autónoma de Tamaulipas, Ciudad Victoria, Tamaulipas, 2006, p.386-387.




Festividades

Festividades religiosas de las Sierras del sudoeste

Las festividades religiosas inician en el mes de febrero con el Día de la Candelaria, pasan a marzo con el Santoral de San José, siguen con el mes de mayo, cuando se celebran dos festividades, primero el Día de la Santa Cruz, y segundo a San Isidro Labrador. Subsecuentemente, en junio y julio, otras dos festividades, a San Antonio de Padua y a la Virgen de San Juan; los Dulces nombres de Jesús y la Virgen del Carmen. En agosto, a Nuestra Señora de las Nieves. En octubre, tres festividades más, a San Francisco de Asís, la Virgen del Rosario y San Judas Tadeo. Por último, en el mes de diciembre, tres más, a la Virgen de la Inmaculada Concepción, a la Virgen de Guadalupe y la Noche de Navidad, cuando realizan en esta última las tradicionales pastorelas.

Campesinos de Tula, Jaumave, Palmillas, Bustamante y Miquihuana, suplican a los santos patrones y patronas la fertilidad de sus tierras, con la llegada de las lluvias, dedicándoles con mucha fe y devoción las festividades y las danzas tradicionales. Los danzantes de a pie portan en la mano derecha una sonaja y llevan en el pecho un espejo en forma de corazón, bordado con lentejuelas. Los danzantes de a caballito utilizan un huacal que simula un caballo, el cual se construye con madera de chaparro o de mimbre, y es recubierto con una tela blanca en forma de ruedo; posteriormente se le cuelgan una serie de materiales, entre los que resalta un machete de madera que representa la espada. El pantalón y la camisa del Viejo de la danza están hechos de jirones de tela; este personaje utiliza una máscara para cubrirse la cara. La vestimenta de la Malinche es un vestido blanco de primera comunión; en la cabeza le colocan una corona tipo velo de novia bordado y, en ocasiones, lleva una sonaja.

Diagnóstico sociocultural del suroeste (cuarto distrito) de Tamaulipas. González Sotero, Baldomero. CONACULTA, PACMYC, ITCA, Congreso del Estado de Tamaulipas y Gobierno del Estado de Tamaulipas. Ciudad Victoria, Tamaulipas, 2008, p. 32, 73-75.

Traje Típico

Hay una prenda de vestir con la que en todo México se identifica a los tamaulipecos: la cuera. Es un artículo que a lo largo y ancho del estado se usa como prenda de gala para asistir a una fiesta, para bailar y tocar música o para un desfile. Se le puede ver tanto en Ocampo como en Tampico, Ciudad Victoria, Matamoros, Reynosa o en Nuevo Laredo; es, sin lugar a dudas, el vestido típico tamaulipeco.

Ramón Mendoza, artesano de Tula, nos narra el origen de esta prenda tan singular, con filigrana de cuero y barbas en las mangas, pecho y espalda: “Anteriormente se le llamaba cotón; era una chamarra lisa, larga hasta el suelo, exclusivamente para los vaqueros. La hacían de gamuza de venado pero la hacían para el campo, para protegerse de las ramas, y de ahí nació la idea de hacerle una al general Alberto Carrera Torres, pero ya con algunos adornos; en ese tiempo no se ponían las barbas que ponemos ahora. Esa primera cuera la hizo el papá de mi suegro, el capitán Rosalío Reina, que fue compañero revolucionario del general; dice mi mujer que la hizo en plena sierra: donde andaba ahí cargaban la máquina. Los dibujos los tomó de las flores silvestres del campo y de ahí para acá se ha venido estilizando a través de tanto tiempo. No tengo una fecha exacta, fue entre 1915 y 1917”.

Tamaulipas, entorno, historia y costumbres. Rivero Torres, José Manuel. Gobierno del Estado de Tamaulipas, México, 2008, 143-145 p.

Artesanías

El estado de Tamaulipas cuenta con importantes comunidades que se especializan en la manufactura de objetos diversos, utilizando distintos materiales como barro, madera, gamuza, fibras vegetales y elementos marinos, entre otros. La artesanía tamaulipeca se nutre de la necesidad e imaginación de quienes dan forma y vida a estos productos los cuales se llegan a adquirir por su calidad y belleza.

Son artesanías elaboradas particularmente en las Sierras del Sudoeste, las siguientes: alfarería, barricas de madera, carretas de madera para yuntas, cestería de caña de otate, silla de madera y de montar, talabartería, corte y confección de la cuera tamaulipeca, productos artesanales con piel delgada y manejable, productos artesanales con baqueta, tejidos de ixtle o lechuguilla, tejidos de maguey, tejidos de ixtle de sotol, tejidos de ixtle de somate, tejidos de rosita y tejidos de tule.

Diagnóstico sociocultural del suroeste (cuarto distrito) de Tamaulipas. González Sotero, Baldomero. CONACULTA, PACMYC, ITCA, Congreso del Estado de Tamaulipas y Gobierno del Estado de Tamaulipas. Ciudad Victoria, Tamaulipas, 2008, p. 32, 73-75.

Obras Materiales e Inmateriales

Etapa 2

El objetivo de esta etapa es que los estudiantes identifiquen qué es una obra material o inmaterial, y que las localicen en sus localidades como parte de su Patrimonio Cultural.

Patrimonio Cultural Material

Para determinar qué puede ser un Patrimonio Cultural, se han establecido las siguientes características:

• Que los bienes culturales hayan ejercido gran influencia de la humanidad.
• Que aporten un testimonio único
• Que estén asociados a ideas y creencias universales
• Que constituyan un ejemplo de hábitat humano tradicional y representativo de una cultura

En México existen aproximadamente cerca de 30 sitios considerados Patrimonio Cultural

Material de la Humanidad, tales como: Chichén Itzá, Teotihuacan, el Hospicio Cabañas de Guadalajara, La Ciudad Universitaria CU, las pinturas rupestres de la sierra de San Francisco, Baja California, entre otras.

Patrimonio Cultural inmaterial

Entendemos por Patrimonio Cultural Inmaterial, a las prácticas, representaciones y expresiones, los conocimientos y las técnicas que generan un sentimiento de identidad y continuidad a las comunidades, los grupos e individuos. Se manifiesta en las siguientes tradiciones y expresiones orales:
• La lengua
• Artes del espectáculo
• Prácticas sociales
• Rituales y festividades
• Conocimientos y prácticas relacionados con la naturaleza y el universo
• Técnicas tradicionales artesanales

Una manifestación cultural considerada como Patrimonio Cultural Inmaterial de de la Humanidad en México, lo constituyen las fiestas indígenas realizadas en Día Muertos.

Culturalidad e Interculturalidad

Equipo 2


Culturalidad

Cuando hablamos de cultura no nos referimos solamente a las expresiones y tradiciones intelectuales y artísticas refinadas de la alta cultura, sino que tenemos en mente un concepto que, aunque en principio pudiera tener que ver sobre todo con lo antropológico, se ha incorporado a nuestro discurso cotidiano. Un concepto que, sin duda, está de moda: ¿cuántas veces oímos en los medios de comunicación esta palabra? ¿cuántas veces la empleamos a diario? La cultura se ha convertido en una especie de cajón de sastre que funciona como explicación caja negra para multitud de fenómenos: hablamos de diferencias culturales entre sexos, entre generaciones, entre distintos sectores profesionales; hablamos de la cultura del fútbol, de la cultura del vino, de la cultura médica, de la cultura juvenil…

Centrándonos en la concepción antropológica de cultura, han existido multitud de definiciones a lo largo del desarrollo de la disciplina antropológica desde que Tylor propusiera la siguiente definición en 1871: “Cultura es el todo complejo que incluye el conocimiento, la creencia, el arte, la moral, la ley, la costumbre y cualquier otra capacidad o hábito adquirido por el hombre en tanto que miembro de una sociedad”. Como ejemplo de la complejidad que conlleva la definición del término podemos acudir a la que propone Geertz en 1973, un siglo después de la de Tylor: “la cultura es un sistema ordenado de significado y símbolos en cuyos términos los individuos definen su mundo, expresan sus sentimientos y emiten sus juicios”. En cualquier caso, aun sin disponer de una definición unánime, existe en la actualidad un cierto consenso antropológico en torno a lo que es una cultura. Siguiendo a Adam Kuper, tal consenso, que nos puede ayudar a entender lo que son las culturas, se basa en tres supuestos:

- La cultura no es un asunto de raza; se aprende, no la llevamos en nuestros genes; en este sentido, es necesario recalcar que todos los seres humanos compartimos la gran mayoría de nuestra información genética y que las mínimas diferencias existentes en el ADN son diferencias individuales (que, por otra parte, pueden ocurrir entre individuos que son percibidos como “de la misma cultura” y no sólo entre individuos de “distintas culturas”). El concepto de raza, basado en la transmisión de diferencias genéticas que condicionaban no sólo ciertos aspectos físicos sino otros como el comportamiento, la lengua o la inteligencia, es un concepto científicamente refutado.
- La cultura común humana ha avanzado y progresado en un proceso de muy larga duración que nos ha diferenciado del resto de homínidos; este proceso de larga duración, que ha dado como resultado el desarrollo de sistemas sociales complejos y la propagación y desarrollo de la población humana frente a otras poblaciones no humanas, se entiende como un proceso que ha afectado a todos los seres humanos. Es decir, cuando hablamos del progreso humano, del proceso de hominización, nos referimos a cuestiones que han afectado a todos los grupos humanos y no a ciertas características que, al menos hasta hace unos años, diferenciaban a la cultura occidental de otras culturas calificadas como “primitivas”. La oposición cualitativamente relevante si tenemos que reconocer lo importante del progreso humano no es occidente/culturas “primitivas” sino seres humanos/resto de homínidos.
- La cultura es esencialmente una cuestión de ideas y valores, un molde mental colectivo –por tanto, se trata de un sistema simbólico. Y estos símbolos, ideas y valores aparecen en un espectro de formas de una diversidad casi infinita.

Teniendo todo esto en cuenta, podemos decir que cuando hablamos de diversidad cultural nos referimos al conjunto de estrategias, normas y valores que los distintos seres humanos han sido capaces de desarrollar para vivir en grupo y para adaptarse a lo largo del tiempo a diferentes entornos y diferentes espacios. Estos valores, normas y estrategias se han convertido en costumbres y son compartidas dentro del grupo haciéndolas perdurar de generación en generación en procesos dinámicos de construcción y reconstrucción.

Por tanto, entendemos la cultura en la triple vertiente de ser aprendida a través de un proceso de socialización y endoculturación, de ser una capacidad de adaptación a los cambios del medio y, no menos importante, ser un aparato simbólico, unas “gafas” a través de las cuales vemos e interpretamos la realidad. Además, la cultura es una cuestión dinámica, es una especie de equipaje que no paramos de hacer y deshacer para identificarnos como individuos y para dar sentido a lo que hacemos con otras personas. La cuestión importante es que en el momento sociohistórico que vivimos, los individuos pertenecemos a más de una categoría social y cultural. En palabras de Gerd Baumann, uno de los antropólogos recientes que más han desarrollado el tema del multiculturalismo, “todos practicamos más de una cultura…. En las sociedades urbanas de Occidente, las distintas divisiones culturales no van en paralelo unas con otras. Al contrario, se entrecruzan para formar un modelo sometido a cambios constantes de lo que se debería llamar “divisiones entrecruzadas”. Los criterios de pertenencia a categorías culturales o sociales se entrecruzan y las categorías que definen y los grupos que la gente forma también se entrecruzarán: por tanto las personas, las culturas y los grupos no son estáticos sino que son procesos dialógicos de construcción y reconstrucción identitaria que sirven, en definitiva, para dotar de sentido a nuestras vidas. En opinión de Charles Taylor, un filósofo canadiense que ha desarrollado el tema del multiculturalismo, “descubrir mi identidad no significa que lo haga de manera aislada, sino que la consigo a través de un diálogo, en parte abierto, en parte interno, con los demás”.

Interculturalidad.

El multiculturalismo, por el contrario, intenta valorar más la diversidad cultural, considera la sociedad formada por culturas diferentes unas de otras, se respeta la diferencia y se establecen unas normas básicas de convivencia.

Esta alternativa añade un elemento más de avance al modelo anterior, pero parece que no es suficiente con interés y respeto. El respeto no es suficiente para el contacto entre las personas, es más, puede potenciar los guetos y llevarnos a un excesivo relativismo cultural sin la valoración crítica, al culturalismo y al folklorismo en la valoración de las diferencias culturales; e incluso puede potenciar la desigualdad económica y social.

El modelo intercultural pretende superar los modelos anteriores planteándose la construcción de la convivencia en la diversidad. Para eso, parte como decíamos anteriormente sobre el concepto de cultura, de que ninguna cultura es estática ni homogénea, de que la diversidad existe dentro de propia cultura y que los conflictos pueden ser un buen motor para el cambio. Se plantea por tanto encontrar valores comunes que hagan posible la convivencia y para eso es necesario: trabajar contra la discriminación y exclusión; hacer hincapié en las relaciones entre culturas a través de sus individuos; construir la convivencia a través de la interacción, el intercambio y la cooperación, y aceptar y comprender que los conflictos es parte de la convivencia por lo que hay que establecer los mecanismos necesarios para su regulación de forma creativa.
Retomamos el concepto de integración, ya que debemos cuidar el uso del lenguaje y la denominación de los conceptos. Planteemos utilizar el concepto de integración en relación a la interculturalidad en el sentido que Carlos Giménez utiliza: proceso de readaptación mutua, en la que por un lado la minoría se incorpora a la sociedad receptora en igualdad de derechos, obligaciones y oportunidades que los autóctonos, y por otro lado, la mayoría acepta e incorpora los cambios necesarios, ideológicos, normativos e institucionales para que sea posible lo anterior.

Para terminar, una última consideración, la interculturalidad presenta puntos fuertes y puntos débiles.

En cuanto a los puntos fuertes introduce una perspectiva dinámica de la cultura y las culturas, la reconfiguración de la identidad, y los procesos de interacción sociocultural, la ciudadanía democrática.

En cuanto a los puntos débiles destacar que la mayor parte de las veces no se da esa interacción en un plano de igualdad sino todo lo contrario, de desigualdad, dominio y sumisión.

Por eso, entendemos la interculturalidad como meta y como camino. Es decir que los procedimientos y estrategias de este modelo deben en la medida de lo posible tener presentes las posibilidades de crear y recrear los puntos fuertes.

Culturalidad e Interculturalidad

Cultura e interculturalidad

La interculturalidad es un concepto que pone en crisis las percepciones de la realidad construida bajo el proyecto de la modernidad occidental. La interculturalidad implica mirar la multiplicidad de formas de vida de los grupos sociales, cada grupo social es una forma de vida. Asimismo es mirarse a uno mismo, implica reconocernos con una forma de vida distinta al otro; ello implica una visión distinta de la alteridad y de aquellos contextos sociales más extensos y lejanos a nosotros mismos. La tarea de mirarme a mí y al otro, es reconocer que mi propia cultura y la del otro cumplen una función social, como es “expresar emociones, deseos, modos de sentir el mundo… enseña valores, permite preferencias y elecciones de fines, da sentido a actitudes y comportamiento; al hacerla presta unidad a un grupo, integra a las personas en un todo colectivo… determina criterios para la elección de los medios adecuados para la realizar estos fines y valores” (Villoro, 2007: 139). La interculturalidad permite reconocer estos elementos en la cultura propia y reconocerlos en la otra, es identificar la singularidad de la cultura propias y las otras diferentes a la propia.

Nos atreveremos a definir la cultura como forma de vida, que en primera instancia, es aludir a aspectos de la cognición y de actividad humana; de ahí que, parte de lo social sea un conjunto de obras, resultado de la actividad social pasada, dicha producción lleva la impronta de la comunidad creadora. La cultura configura materialmente el entorno social con el uso de la tecnología y utensilios, de la arquitectura y la escultura de los espacios públicos y privados que se encuentran en proceso de desarrollo y transformación. La cultura comprende todas las actividades y creaciones manuales e intelectuales, humanas, sociales y objetivas.

La cultura no se puede reducir a la capacidad de conceptuar el mundo y de comunicar estas concepciones de forma simbólica, existe una relación de interioridad entre el objeto cultural y el individuo, existe una relación estrecha de dependencia del uno para el otro. Partiendo de este supuesto, cuando se habla de cultura se tiene que relacionar primero con la vida práctica, con el mundo objetivo donde se construye la cultura a nivel cognitivo y se reforma y se agrega a tiempos pasados ya construidos que sirven a la propia experiencia. Segundo, descubrirse en proceso de socialización con el grupo de individuos con quienes transforma y da forma al mundo social, además de reconocerse capaz de entenderlo y transformarlo. Tercero, a través de la socialización adquirir identidad, identidad que es construida y subjetiva, internalizada, que compromete a tener un mismo fin como proyecto social de comunidad. Tres aspectos sin orden jerárquico sino igualitario que conforman al individuo que su vez conforma la cultura, construye mundo.

No obstante el supuesto de la existencia de una superestructura cerrada entendida como el esquema de exclusión de significantes culturales de los grupos, creemos que esta puede ser modificada si los mundos anteriormente expuestos transforman no sólo al individuo perteneciente al grupo, sino que el grupo a su vez actúe como estructura de representación que enfrenta la necesidad de ser representada como una realidad del mundo subjetivo-objetivo-social significativo.

La cultura como labor de otorgar pautas a formas de vida y de re-reajustar identidades, debe ser reconocida como la cultura que es interna y efímera, pero también es pública y duradera en tanto que asume el papel como proceso de cambio y transformación, asimismo es solida y profunda, como su anverso, fluida y superficial. La difusión de la cultura, como forma de vida es diversa e inestable en el mundo de vida individual y perdurable.

Su transmisión no es caótica, pero sí está sometida a un orden dominante; orden que determina identidades, que construye un presente, que compromete a los individuos con formas de vida estableciendo modos de convivencia y de pensar el mundo. La cultura latinoamericana es trastocada por una cultura occidental dando origen a una configuración histórica particular; en los últimos tiempos nuevamente es trastocada una cultura “nacional-occidental” por una cultura capitalista, que ordena y renueva el comportamiento, siendo esto la aniquilación y anulación de la identidad construida por medio del compromiso comunitario, y el sometimiento a un forma homogénea de percibir el mundo.

También debemos reconocer que el estado mexicano y los distintos municipios que lo conforman, cuenta con una diversidad de grupos humanos con tradiciones culturales diferentes. México cuenta con una diversidad cultural y con relaciones interculturales, es decir, en el reconocimiento o desconocimiento, rechazo o influencia culturales de otros grupos. Hay que señalar que existe una influencia pese a que no sea reconocida una cultura, sin embargo actúan en el comportamiento individual o colectivo. Este hecho varía según la influencia cultural, de acuerdo con su prestigio y proveniencia, lo cual se podría ligar a contextos de desigualdad social, donde carece la influencia armoniosa, respetuosa y en un diálogo mutuo. Dicha desigualdad impide que un grupo social reconozca y asuma la riqueza de su cultura. La historia de la humanidad está llena de ejemplos de dominación, de relaciones jerarquizadas y dominantes.

La interculturalidad se convierte en una respuesta a la crisis de la modernidad, en su intento de ver lo social como proyecto de ingeniería social y de identidades homogéneas; así como es un principio orientador de la transformación social, como parte de un proceso educativo. La interculturalidad sería una forma plural de vivir en un mundo moderno, antes de homogeneizar es rescatar la diferencia cultural. El primer paso necesario es un verdadero conocimiento, de la cultura propia y respeto de las culturas ajenas, para poder vivir entre la diversidad. Esto es un nuevo reto de la modernidad, el proyecto de la interculturalidad será lo contrario a la homogenización efecto de un mundo global, que al mismo tiempo ofrece las condiciones necesarias para la defensa de la diferencia. La modernidad occidental (principalmente) con su proyecto de uniformar, la interculturalidad es la utopía de la modernidad de la diversidad y pluralidad que explore nuevas formas de comunicación intercultural y los nuevas tecnologías de la comunicación sean espacios más ricos de intercomunicación cultural.

Equipo 1

Diversidad Cultural

Etapa 1

DIVERSIDAD

De acuerdo con la noción de cultura adoptada en párrafos anteriores, la diversidad se entiende como una realidad humana y espacio donde se inscriben las distintas culturas. Tal realidad supone que cada persona, grupo y/o comunidad tienen una identidad constituida por múltiples contactos culturales; es decir, tiene su especificidad a partir del otro. Este doble juego condensa los rasgos que la hacen ser como es y no otra cosa; así, la identidad de los grupos es la existencia y la expresión de lo especifico que da sentido a la diversidad.

Por consiguiente, la idea de homogeneidad cultural ha perdido vigencia, sobre todo a partir de los constantes flujos migratorios de las décadas recientes, por lo que ya no hay sociedades que se consideren como unidades que correspondan de manera clara a una cultura. Aun entre los grupos indígenas esta noción es obsoleta, si bien es posible identificar características culturales muy específicas que han perdurado durante siglos, las culturas siempre se han entremezclado, las fronteras entre unas y otras no son nítidas ni infranqueables.

En este sentido, es necesario apuntar que estos múltiples contactos entre diferentes grupos culturales en una sociedad no constituyen un simple pluralismo de culturas yuxtapuestas sino un entramado de relaciones diversas. Entre las que predominan las de poder que han generado –por ejemplo en México- relaciones asimilacionistas e integracionistas que buscan la desaparición de los grupos considerados como minoritarios. Ahora bien, en cuanto a México se define constitucionalmente como un país pluricultural, admite la diversidad étnica que lo conforma. La conciencia de que somos diversos exige políticas públicas que permitan su expresión y cultivo en materia de educación, salud, cultura, etcétera. Esto configura un nuevo proyecto de sociedad incluyente en que se vea reflejada la diversidad que nos conforma.

Reconocernos como país cultural y étnicamente diverso implica generar políticas y estrategias socioeducativas encaminadas a transitar hacia una realidad en que las distintas culturas se relacionan entre ellas como pares, al eliminar toda forma de discriminación, prejuicio y racismo contra los integrantes de las culturas minoritarias que residen en el mismo territorio. Para ello es imprescindible que los mexicanos nos reconozcamos como diversos y comprendamos que el hecho de vivir en un país pluricultural y multilingüe nos enriquece como personas y como colectividad.

MULTICULTURALIDAD

No obstante las aspiraciones señaladas en párrafos anteriores, existe un marcado contraste con nuestra realidad que puede catalogarse como multicultural, ya que las relaciones establecidas históricamente en los grupos o culturas minoritarias y la llamada sociedad mayoritaria han sido no sólo de predominio de esta última sino incluso de exterminio de las consideradas minoritarias en un afán homogeneizante de la identidad nacional.

La multiculturalidad se entiende como la coexistencia de diversas culturas en determinado territorio, en donde está presente el reconocimiento del otro como distinto, lo que no significa necesariamente que haya relaciones igualitarias entre los grupos. Por el contrario, en este escenario la diversidad se traduce en (o es sinónimo de) desigualdad.

Existen, de manera independiente, profundas asimetrías que afectan sobre todo a los pueblos indígenas. Las más visibles y lacerantes son sin duda la económica, entendida como la carencia de oportunidades para el desarrollo productivo; la política, como la falta de voz; la social, como la ausencia de opciones; la valorativa, que implica discriminación y racismo, y , desde luego, la educativa, que significa carencia de oportunidades para acceder a una educación pertinente y consecuente con las características socioculturales y lingüísticas específicas de cada grupo (Schmelkes, 2001).

En México existen graves asimetrías valorativas como consecuencia de relaciones de subordinación, discriminación y racismo. La asimetría valorativa es la manifestación de la introyección del racismo, tanto en el que discrimina como en el que es discriminado, y es un impedimento fundamental para lograr relaciones equitativas entre las culturas y los individuos que las conforman.

La asimetría propiamente escolar se refiere al carácter monocultural y monolingüe de los sistemas educativos nacionales, ya que estos han implantado un modelo de escuela que ignora las necesidades, características y expectativas particulares de cada contexto cultural y lingüístico.

Estas dos últimas asimetrías pueden ser abordadas desde el ámbito educativo. Para contrarrestar la valorativa es necesario fomentar la estima de la cultura propia; en cuanto a la autoestima cultural, es fundamental creer en lo que se es y reconocerse creador de cultura desde ese espacio.

Las causas de estos fenómenos son complejas e históricas, sistemáticas. Desde luego, tienen que ver con un sistema social y educativo discriminatorio que fomenta la reproducción de la desigualdad en la escuela, evidentemente en la formación de los docentes, en los Planes y Programas de Estudio, en la planeación, en los resultados del aprendizaje, en la eficiencia terminal, en la cobertura, etcétera, que repercute en la calidad de la educación que se ofrece.

Por tanto, la escuela puede combatir de manera indirecta, parcial e interrelacionada el conjunto de asimetrías –la multiculturalidad en la educación, no con carácter redentor sino como un dispositivo que al reconceptualizar y dinamizar la práctica educativa en su conjunto, genere, a manera de resonancia, cambios y espacios que contribuyan a lograr relaciones mas equitativas entre las personas y los grupos sociales en nuestro país.

INTERCULTURALIDAD

Ante este panorama, la interculturalidad se presenta como un proyecto social amplio, una postura filosófica y una actitud cotidiana ante la vida. Es una alternativa para repensar y reorganizar el orden social, por que insiste en la interacción justa entre las culturas y las lenguas como figuras del mundo (Villoro, 1993) y porque recalca que lo decisivo es dejar espacios y tiempos para que dichas figuras se conviertan en mundos reales. Así, en la interculturalidad se reconoce al otro como diverso, sin borrarlo sino comprendiéndolo y respetándolo.

La interculturalidad propugna por un proceso de conocimiento, reconocimiento, valoración y aprecio de la diversidad cultural, étnica y lingüística que caracterizan a México y que se manifiesta en las distintas formas culturales presentes en el país. Este proceso es un ejercicio epistemológico y ético, pues alude al contacto cultural como el encuentro de la diferencia básica existencial de la que somos parte.

El conocimiento de la diversidad cultural constituye un primer acercamiento a la diferencia desde una posición de apertura tanto cognitiva como ética que posibilita el reconocimiento del otro, es decir, el impacto de esta diferencia. En tanto reconocemos, avanzamos en el contacto cultural, lo que influye en la identidad, en el sentido de que la tradición propia ya no se piensa como la única válida y legítima para construir la realidad; se relativiza lo propio y, por ello, se produce un conflicto, al cuestionarse los parámetros epistemológicos y éticos. Esta disposición y apertura tanto epistemológica como ética va a consolidarse desde marcos más incluyentes y equitativos, lo cual allana el camino para la valoración.

El concepto de valoración se refiere a resignificar la diferencia, con base en una posición ético-epistemológica intercultural en el que las distintas formas de construir la realidad son validas y legitimadas desde la mirada propia, al admitir la eficacia cultural que cada una de éstas tiene en la vida de las personas.
Ahora bien, es necesario señalar que en la valoración se intensifica el momento de la inclusión y la exclusión de aquello que impacta la identidad. Esto es, el respeto cultural exige apreciar las formas de vida de las que disentimos o que, incluso, consideramos perniciosas. Podremos tener hasta la obligación de combatirlas, pero no podremos elevar nuestra cultura a paradigma universal para juzgar a las demás (Panikkar, 1995).

En el plano de la interculturalidad, el sujeto, individual o social, se relaciona con los demás desde su diferencia por medio del diálogo intercultural, para aprender a revitalizar las tradiciones consolidadas como propias en cada cultura y, ante todo, para poner en tensión su conservación y transformación, para posibilitar el conocimiento de la cultura propia y de las otras. Así, la interculturalidad implica una dimensión epistemológica pues cuestiona la forma en la que se construye el llamado conocimiento científico como el único válido para la humanidad.

De esta forma la interculturalidad ha puesto en el centro de la discusión la forma como se construye el conocimiento en la sociedad occidental, ha puesto de manifiesto el desgaste de los paradigmas que sostenían que el conocimiento científico era el único aval de legitimidad y validez para aprehender la realidad. Por otra parte, se reconoce que la especialización de los conocimientos ha llevado a su parcelación, a una visión reducida y fragmentada de la realidad, y por ende, al debilitamiento de sus posibilidades para resolver los problemas en ella se presentan.

Por este motivo se han empezado a explorar nuevas formas de construir el conocimiento, articulado y complementando saberes, reconociendo la validez y eficacia que otras lógicas culturales utilizan para construirlo. Esto implica comprender que aquéllas tienen formas particulares de entender y significar el mundo que, no obstante las diferencias con la propia, son igualmente válidas en tanto constituyen el conjunto de conocimientos, valores y creencias que dan sentido a la existencia de un pueblo, y por tanto, a la de las personas que lo integran.

La interculturalidad implica también una dimensión ética porque denuncia y combate los intentos totalizadores en cualquier ámbito social; esta ética sustentada en el concepto de autonomía. Cuando se afirma que ésta representada una opción ética, se debe a que la postura que asume pasa por el reconocimiento y la autonomía de los pueblos.

La autonomía, entendida como la capacidad de elegir, conforme a principios, fines y valores, y de ejercitar esa elección, supone que las creencias básicas que determinan las razones válidas, los fines elegibles y los valores realizables, pueden variar de una a otra cultura. Por tanto, el reconocimiento de la autonomía personal implica el de las comunidades culturales de pertenencia. Es desde la autonomía que se posibilitan las relaciones interculturales, es decir, aquellas libre de toda intención de dominación encubierta.

Por último, la interculturalidad, en su acepción social amplia, considera la lengua como dimensión que permea la cultura de un pueblo y, por ende, la identidad de sus miembros, y que desempeña, como ya se dijo, un papel muy importante en el desarrollo de su vida sociocultural. Constituye un elemento fundamental, ya que en espacio simbólico donde se conjugan las experiencias históricas propias y las relaciones que determinado pueblo sostiene con el mundo que lo rodea. De tal manera que la lengua es muestra de la rica variedad de expresiones del pensamiento y de las capacidades de creación, recreación e imaginación de cada grupo social.

En este sentido la dimensión lingüística cobra vital importancia para la interculturalidad, toda vez que en países multilingües y multiculturales como México reconocer la relación entre el desarrollo de la lengua materna y el aprendizaje de una o más lenguas, en términos de acceder a los códigos de sus respectivas culturas, significa poder aproximarnos a una realidad lingüística nacional sustentada en un bilingüismo equilibrado y en un multilingüismo eficaz.

Estos referentes conceptuales evidencian la necesidad de conocer y reconocer la diversidad sociocultural y lingüística de los alumnos, para preparar procesos y prácticas educativas con base en su identidad, lenguas, formas de conocer y elegir. En suma, partir de las múltiples culturas que se encuentran presentes en la escuela para generar un proceso educativo incluyente, pertinente y significativo. Este punto de partida es lo que representa, en esencia, el enfoque intercultural bilingüe en la educación.